Ni siquiera tiempo para darte vuelta a ver quién era, pero esa voz era inconfundible. No querías darte vuelta solo te habías puesto a pensar, ¿porqué? porqué tenían que interrumpirlos otra vez. Era lo único que se te pasaba por la cabeza. Lo único que querías. Besarlo. Y podías hacerte la más dura, la más turra, la más perra, pero estabas más enganchada que nunca. Lentamente te diste vuelta, empapada, y miraste a la persona que estaba parado al frente tuyo. Pedro: La que faltaba -negó con la cabeza
- ¿la que faltaba? Ah bueno, es el colmo no puedo venir a la casa de mi amiga porqué se está...
Paula: ¡FLORENCIA! no te desubiques.
Florencia: No, sabes que no me voy a desubicar. Pero, ¿que hacen así?
Pedro: No te importa -sonrió
Florencia: Si me importa porque es mi mejor amiga y vos mi mejor amigo, ¿ustedes en que andan? ¿Y vos Pedro que haces en la casa de ella si no sabias donde vivía?
Paula: No importa eso Flor, ¿vos que haces acá?
Florencia: Ah me encantó como me recibís -enojada-
Pedro: Tiene razón, que manera de recibir a la gente -de acuerdo con Florencia-
Paula: Ahora los dos en mi contra, bue -y te habia molestado.
Florencia: Te vine a traer una llave que te olvidaste en mí casa.
Paula: ¡Hay gracias Flor! -las agarré- No las encontraba.
Pedro: Y No, yo me voy yendo, ¿dale Pau?
Paula: dale, espera que te abro.
Ambos se acercaron a la puerta y sin más vueltas se saludaron. No querías que se vaya pero no quedaba otra, era tarde. Te saludó tiernamente con un beso en la mejilla y sonrió. Seguido de esto se dio media vuelta y desapareció en la oscuridad de la noche por las calles de tu casa. Cerraste la puerta y te dirigiste a la cocina, hacia donde se encontraba una de tus mejores amigas. Estaba sentada en una silla mirándote con seriedad y a la vez con ansiedad. La miraste y reíste.
Florencia: No sé qué es lo que te causa gracia Paula.
Paula: Tus caras Florencia, y si me vas a tratar así -miré la puerta-
Florencia: Quiero saber ya, TODO -comenzándose a reír-
Paula: Sos una tarada, te conozco boba, se cuando te enojas.
Florencia: Dale contame! -ansiosa
Paula: No pasó nada.
Florencia: -comenzándose a reír exageradamente, la miraste con una ceja levantada- Claro y yo tengo patas gordas, Déjate de joder boluda!
Paula: -no pude evitar reírme- Te juro por dios que no pasó nada.
Florencia: -dejándose de reír, te volvió a mirar seria- ¿de verdad me Decis?
Paula: Sí boluda, NO me lo chape.
Florencia: ¿Sos o te haces? Lo tuviste toda la noche acá y no... ¿no paso nada?
Paula: No, no paso absolutamente nada -y suspiraste, recién caías que se habia ido
Florencia: ¡ay! Para que vine, capas que pasaba.
Paula: Otra oportunidad habrá, ¿o no? -la miraste desesperada esperando una respuesta positiva de la boca de tu amiga-
Florencia: Seguro -sonrió y eso te alivió
Ya Florencia se había ido. Terminaste de ordenar y limpiar el desastre que habían hecho en la cocina, recordando cada momento con una sonrisa. Al terminar miraste la hora, las doce y media pasadas, por algo tenias sueño. Subiste las escaleras casi de memoria y entraste a tu pieza, te pusiste el pijama y te acostaste. Miraste el techo y recordaste todo lo que habías pasado en el día, detalle por detalle y más estas últimas horas. Sin darte cuenta, ni en qué momento ni a qué hora tus ojos se cerraron y te quedaste completamente dormida.
Sonó una vez. Dos veces. Tres veces. Y la cuarta cayó suavemente al piso. Abriste un ojo y luego el otro. Eran las ocho en punto la hora de 'volver a los horarios normales'. De lo único que no estabas segura era que querías levantarte. Te sentaste en la cama y pegando bostezos te acordaste que la reunión era hoy, ya que se habia pasado, y eso te daba más sueño. Levantaste el despertador y lo volviste a poner sobre la mesita de luz. Te dirigiste hacia el placard y buscaste ropa lo más formal posible. Te pusiste una pollera negra tiro alto y una camisa blanca seguida de un saco negro que te quedaba muy bien. Te pusiste unos zapatos negros, altos y bajaste a desayunar. Te hiciste un café y sin sentarte desayunaste. En solo minutos llegaste a la oficina. Natalia se encontraba limándose las uñas en su escritorio y cuando te vio ingresar te saludó.
Natalia: Buen día Pau, ¿todo bien? -saludó
Paula: Buen día Nati, yo todo bien ¿vos? -saludaste a tu secretaria
Natalia: Perfecto, día perfecto, noche perfecta, -sonrió
Paula: Genial, entonces... ¿estas perfecta?
Natalia: Exactamente -sonrió
Paula: Los de 'Alfonso asociados', ¿dieron señales de vida?
Rocío: En media hora llegan. Ya preparé los cafés en la oficina-
Paula: -sonreí- Gracias por ayudarme, yo voy adentro.
Entraste con tu cartera a tu oficina. Te pusiste a firmar unos papeles para pasar el tiempo, estabas un poquito nerviosa. No los conocías. Pero bueno, estabas jugada ¿o no?
La puerta de tu oficina se abrió, levantaste la vista y frente a ella estaba parada una de las tantas empleadas que trabajaban ahí. Al mirarla bien te diste cuenta que no era una cualquiera. Tu mejor amiga, Sofía te miraba vestida demasiado formal, habia venido a trabajar cuando vos le habías dicho que no. Siempre tan terca.
Sofía: Llegaron los de Alfonso asociados, ¿los hago pasar no?
Paula: ¿Se puede saber que haces acá?
Sofía: Cuestiones personales fuera de las laborales ¿puede ser? -no pudiste evitar sonreír- ¿los hago pasar?
Paula: ¿Estoy bien? -la miré-
Merey: Sí estás bien -sonrió y salió, mientras que vos quedaste apoyada en el escritorio-
Al cabo de unos minutos la puerta se volvió a abrir y por la puerta ingresaron dos personas a las cuales conocías. Conocidas pero a la vez desconocidas miraste de arriba abajo al que se acercaba a vos. Te miró perplejo, estaba igual de sorprendido. Esta vez, muchísimo más formal, tenía un traje negro opaco, una camisa blanca y una corbata negra seguida un saco negro. La que lo acompañaba, tenía un pantalón blanco y una remera negra larga seguida de unas botas negras, y detrás de ellos entraron Natalia y Sofía. El morocho te extendió la mano y vos sonreíste tomándosela.
Paula: Un gusto Sr. Alfonso -sonreíste
-El gusto es mío Srita.Chaves, ahora digo, ¿nunca me lo pensaba decir?
Paula: Sinceramente no lo sabía.-saludaste a Zaira-
Sofía: ¿Se conocen?
Paula: Es Pedro -la miré haciendo una seña para que ella entienda de que era de él de quién estaba hablando la otra vez- y Zaira, dos amigos de Florencia.
Pedro: Un gusto -saludó a mi amiga y lo mismo hizo más tarde la morocha-
Paula: ¿Empezamos entonces?
Los cuatro asintieron y en cuestión de minutos, estábamos sentados cerrando los que sería 'Chaves & Alfonso Asociados'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario