Ambos bajamos y él me agarró de la mano. Estábamos en la plaza que estaba a la vuelta de mi casa. Donde viví millones de cosas importantes en mi vida y en mi infancia. Me acercó a él caminando hacia la plaza, hasta llegar hasta el centro de ella. Me miró sonriente, sentía el roció debajo de mis pies en el pasto corto y suave de la plaza. Me miró y me besó- Lo besé como nunca y lo miré a los ojos, a esos ojos que me hacían sentir protegida, en paz, feliz. Sentí un par de gotas que caían en mi cabeza, él miró hacia arriba y se largo a llover de una manera exagerada. Y sí el invierno era así, inusual. Era como esa vez que nos vimos por primera vez, llovía como nunca. Me tomó de la mano dándome un dulce besó y separándose de mí para decir una simples y cortas palabras.-
Paula: Sé que va a quedar como un nene infantil que le dice a su amiguita después de jugar en tobogán, pero de otra manera no te lo puedo decir -me miró fijo y dulcemente me dijo- ¿Querés ser mi novia Pau?
Flashback:
Corrías riéndote a carcajadas, él te perseguía y sí, quién más que él. Tan lindo, tan dulce, tan perfecto. Corrías riendo a carcajadas, solo diez años. Corrías hacia el tobogán tirándote de él a gran velocidad y cayéndote en un arenero toda sucia. Él cayó detrás tuyo y te empujó, te diste vuelta riendo a carcajadas y él te miró con amor. Estaba horrible el día, pero totalmente horrible. Las nubes no dejaban ver el hermoso cielo color celeste, ni el sol que ni siquiera podía asomar sus hermosos rayos- Comenzaron a caer pequeñas gotas que se fueron transformando en gotas pesadas y de gran tamaño. Te miró y te levantó comenzando a correr. Vos reíste, y lo frenaste.
Paula: No te va a hacer nada el agua!
- Sí, tu mamá te va a retar si estás así mojada.
Paula: ¿Tenés miedo?
- Yo nunca tengo miedo.
Paula: ¿Y entonces?
- ¿Querés ser mi novia Pau?
Lo miraste tierna, y sonriente. Te gustaba desde que lo conocías, desde chiquitos. Desde esos seis años que jamás pudiste olvidar y que nunca ibas a olvidar. Sabias que no lo iban a sacar de tu lado. Ni nada ni nadie los iba a poder separar. Asentiste con la cabeza y el unió sus labios en un tierno y pequeño beso.
Fin del Flashback.
Pestañé varias veces mirándolo. Él te miró esperando la respuesta deseada, al principio tenía una hermosa sonrisa dibujada en su cara. Esa sonrisa dibujada, perfecta y hermosa pero al pasar unos minutos ya era una cara de preocupación.
Pedro: ¿Es cualquiera no? No ves que soy un boludo, cago todo.
Paula: No hey, no sos ningún boludo. Solo que me tildé.
Pedro: ¿Te tildaste, Con qué? -parecía esperando una respuesta satisfactoria de mi parte-
Paula: Nada importante.
Pedro: Segura.
Paula: Si -sonreí-
Pedro: ¿Si qué?
Paula: Si quiero Peter -sonreí-
Pedro: ¿De verdad? -mojado-
Me tiré sobre él besándolo como nunca abajo de la lluvia. Él comenzó a girar bajo el agua sin dejar de besarme mientras me abrazaba de la cintura.
Pedro: ¿sabes que soy el hombre más feliz del mundo no?, ¿Lo sabes?
Paula: Me lo estás demostrando -le acariciaste tiernamente la cara y lo volviste a besar-
Pedro: ¿Vamos a tu casa?
Paula: Mm no, vayamos a la tuya.
Pedro: ¿A la mía? -rió- Okey, si queres vamos, algo de comida debe haber.
Paula: Dale -lo volví a besar y de la mano fuimos al auto-
Nos subimos al auto de él, llovía peor que antes. Había una gran tormenta. Lo tenia de la mano mientras el manejaba y yo tenía mi cabeza apoyada en su hombro. El limpia parabrisas iba de un lado a otro, intentando sacar la cantidad de agua que caía del cielo. Habia unos relámpagos tremendos, y ni hablar de los truenos. El cielo estaba negro por las nubes, y no se veía ni una sola estrella. No tardamos en llegar a la casa de él. Era una casa sobretodo grande y muy lindo. Intentamos hacer lo más rápido posible y salimos del auto corriendo para no mojarnos, pero Pedro no podía poner la llave entonces nos terminamos mojando peor. Logramos entrar entre risas, empapados. Un asco los dos. Pedro tenía los pelos pegados a la cara y yo, no sé que era de mi pelo. Fuimos a la pieza de él y me dio una remera larga de él. La agarré y me saqué la remera. Pedro se me quedó mirando boquiabierto poniendo como excusa que no tenía derecho a vestirme así adelante de él. No tardamos en cambiarnos y yo me tiré en su cama. Pedro decidió bajar para pedir pizzas y así pasar la noche mirando un par de películas antes de dormir.
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