No pasó mucho tiempo cuando te cambiaste. Saliste lo más rápido que pudiste y tomaron un café. Todo era a una velocidad rápida, ya era tarde. Las once. Nunca llegaban a las once- Once y cuarto salieron de tu casa con su auto. Parecían un típica pareja de empresarios, felices y enamorados. Se sonrieron, y en cuestión de minutos estaban en la empresa a punto de ingresar. Apoyaste la mano sobre el picaporte de la puerta de vidrio transparente y ambos entraron muy elegantes vestidos sonrientes. Natalia sonrió, te conocía. Los dos con sonrisas en la cara y con anteojos negros sonrieron y saludaron a las dos encargadas de atender a la gente apenas entraban, tu amiga y su hermana. Pasaron rápido subiendo las escaleras para ir a su oficina, y ambas se miraron con miradas cómplices. Se habían olvidado de comentarles algo, pero creían que lo iban a ver apenas entraran. Abriste la puerta de espaldas, haciendo una maniobra rara mientras él te besaba. Sonreíste besándolo mientras el cerró la puerta también sonriendo, pero su cara cambió de expresión al levantar la vista hacia tu escritorio. Extrañada por su cara lo miraste y te despegaste de él rápidamente. Y sí, no era una situación cómoda. Paula: ¿Mamá, Papá, que hacen acá?
Y sí, tus papás eran dueños de todo lo que era tuyo ahora. Pero ellos tenían una empresa más grande en Estados Unidos, por eso no vivías con ellos, y antes cuando tu Papá estaba viviendo en tu casa era porque habían tenido una pelea con tu mamá. Tus papás eran los dueños de Chaves asociados en Estados Unidos, y como vos ya eras lo suficientemente grande te habían dejado a cargo, de la sede en Buenos Aires. Al lado de ellos estaban dos personas más, que a simple vista también creías que eran marido y mujer. Miraste a Pedro y él miraba a las otras dos personas en las otras dos sillas. Un sonido salió de su boca, mínimo, pero salió-
Pedro: ¿Ustedes?
Paula: ¿Los conoces? -lo miraste raro-
Pedro: Sí -más suelto- los conozco, son mis papás.
Tus ojos se abrieron como dos huevos fritos. Estabas entrando a tu oficina, en una situación no muy buena, y encima estabas enfrente de, quizás, tus posibles suegros.
¿Algo más te iba a salir tan bien?
Miguel: Pedro No sabíamos que se llevaban TAN bien -comentó tu viejo, siempre tan desubicado-
Alejandra: -codeándolo- No le hagas caso mi vida, ¿ni siquiera va a haber un abrazo para mamá? -sonrió y vos sin dudar la abrazaste como nunca, hacía tiempo no la veías-
Pedro hice lo mismo con sus papás y ellos se presentaron ya que vos no los conocías. Miguel y Alejandra. Simpáticos. Los cuatro se volvieron a sentar del lado de enfrente del escritorio de donde se sentaban ustedes y Pedro se fue a buscar una silla para sentarse a tu lado. Ya todos sentados, vos estabas al lado de él y enfrente de sus respectivos padres. Lo único que querías era que no hagan comentarios sobre la situación en la que los habían encontrado. Tosiste repetidas veces para romper el silencio y Nico se animó a hablar.
Pedro: Y bueno, ¿que hacen por acá? -mirándote de reojo-
Alejandra: Nada, va en realidad queríamos hablar con ustedes sobre algo...
Paula: ¿Sobre algo? -miraste a tu mamá- ¿Ustedes se conocen de algún otro lado?
Ana: Sí somos amigos y compañeros de trabajo. Chicos ustedes ya están asociados...
Horacio: Venimos a hablar de las empresas. -levantando la ceja, dijo tu papá-
Pedro: Sí, estamos asociados, ¿y?
Miguel: Y, como nosotros tenemos distintas sucursales queremos que ocupen la más grande de Buenos Aires.
Paula: ¿La más grande de Buenos Aires?
Ana: Sí, la más grande. ¿Se animan a trabajar juntos en el edificio de la empresa Chaves&Alfonso asociados?
No podías explicar lo que sentías. Siempre quisiste esto. Siempre quisiste que tu papá confiara en vos dejándote a cargo la empresa más grande de Argentina. Y se te estaba cumpliendo. Pero a la vez tenías miedo, vos en una empresa gigante con miles de empleados a tu cargo con solo, veinte años... era demasiada responsabilidad. Pero sabias que él iba a estar ahí, sabias que él te iba a apoyar en todo. Lo miraste, con una especie de 'sonrisa' y él te la devolvió en forma de aprobación. Miraste a tus papás y con miedo y seguridad te decidiste.
Paula: Sí Pedro está conmigo, lo hago.
Alejandra: Pedro, vos que Decis?
Pedro: Obvio que estoy con ella. -sonrió mordiéndose el labio y a la vez mirándote-
Paula: Entonces acá nos tienen -ambos sonrieron apoyándose en el respaldo de la silla y tomados de las manos, con las manos lejos de la vista de sus papás-
Miguel: Entonces, felicidades chicos, la empresa es suya.
Por suerte, tus papás no hicieron preguntas al respecto de 'su entrada apasionada’, ni tampoco lo hicieron los papás de Pedro. Gracias a dios. Pero sabias que algo te iban a decir. Habían quedado en quedarse un tiempo en Buenos Aires, por lo menos hasta el domingo. Y el domingo al mediodía, cenarían con ustedes y luego se irían.
El resto del día se pasó volando. No tenían mucho trabajo y mañana empezaban a trabajar en el edificio- Tus papás te habían dejado que Natalia y Sofía formen parte de la empresa, al igual que Zaira con Peter. Eran las ocho de la noche, cuando decidieron partir cada uno para su casa. Le dijiste a Peter que vaya para la suya, asique se fue con Zaira mientras que vos llevaste a Natalia a su casa y más tarde te fuiste cansada a la tuya. Al llegar comiste unos fideos con manteca que habían sobrado de la noche anterior y sin dar muchas vueltas te fuiste a dormir, mañana iba a ser un día cansador, MUY cansador.
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