Tu despertador sonó repetidas veces. Te habías olvidado de sacarle la alarma. Miraste la hora, las nueve. Lo apagaste, enfadada como todos los días y apoyaste la cabeza en la almohada otra vez. Miraste todo tu cuarto. Una y otra vez. Tu escritorio lleno de papeles y carpetas, la computadora que no la tocabas hace más de seis meses, la silla con varias prendas tiradas sobre ella, un puf en el piso, rosa, tu color preferido. Almohadones al pie de tu cama, una pieza pintada de rosa, una estantería con miles de peluches, la televisión, el placard con fotos pegadas de tus amigas y de esa adolescencia que jamás ibas a olvidar, y una foto de la primaria que amabas tanto con un amigo o noviecito al que nunca más habías visto ni siquiera recordabas el nombre. Al verla sonreíste. Hacía rato que no se te veía sonreír así. Te frotaste repetidas veces los ojos, te sentaste en la cama y volviste a echarle una mirada a tu pieza. Tu mesita de luz estaba llena de caramelos. Te levantaste, todavía dormida, y así en pijama te dirigiste al baño para lavarte la cara y los dientes. Saliste del baño bostezando, todavía tenias sueño. Bajaste la cocina y pusiste a calentar café y dejaste unos panes para hacer tostadas y subiste otra vez para cambiarte. Ya cambiada bajaste e hiciste tostadas con manteca, siempre comiendo tanto, tomaste café y mirabas la tele, o eso parecía, no le prestabas mucha atención. Ya cuando habías terminado de desayunar lavaste todo y limpiaste. Miraste tu casa, ya vivías sola, y pensar que hace pocos años atrás estabas en la secundaria. Ya lista, saliste para tu oficina. Al llegar dejaste todo sobre tu escritorio. Paula: Buenos días -saludé en general, y los que estaban ahí contestaron, entre a mi oficina cerrando la puerta, la cual no tardo en abrirse-
Natalia: Buen día jefa -entró saludando la rubia y dejo carpetas sobre tu escritorio- Acá están las carpetas que me dijiste que firmara, ya están listas.
Paula: -la miré sonriente- La verdad, no voy a encontrar nadie tan eficiente como vos. -admití pegándoles un vistazo- ¿algo más?
Natalia: Temprano pasaron los de 'Alfonso asociados' para reafirmar personalmente la reunión -te miró y vos la miraste arqueando una ceja-
Paula: -mientras leías un hoja preguntaste- ¿y?
Natalia: ¿Y qué? -rió la rubia-
Paula: Algún parte sobre ellos.
Natalia: No sé -pensó- ¿Laboral o en otro sentido?
Paula: En ambos -reíste leyendo la hoja-
Natalia: No sé, las mujeres todavía no se parten, para mí no sé para vos -te miró entre risas-
Paula: ¿Eran dos mujeres? -reí-
Natalia: -asintió- No me gustan las mujeres, aunque, estuve observando y vos cada vez estás más linda -te guiñó el ojo entre risas-
Paula: -reíste- Vos también Nati, que no te quepa duda, que vos también.
Ambas rieron y sin más que decir la rubia salió de tú oficina. Firmaste algunos papeles más, era sábado no tenias muchas ganas de nada. Sabías que a la noche te ibas a divertir como nunca. ¿Con quién? Tus amigos. Les habías mandado un mensaje a todos y todos dijeron que quieran salir, a las ocho ibas a estar en la casa de Florencia. Le dijiste a Natalia que te acompañe y que traiga a Zulo. Eran las seis y saliste del trabajo, le dijiste a Natalia que vaya a tu casa antes de las ocho y así iban juntos. Saliste, te subiste al auto y te dirigiste a tu casa. Llegaste alrededor de las seis y media y te bañaste lo más rápido posible. Te vestiste súper perra, a propósito obvio, tenías ganas de cazar a un hombre por ahí. Te pusiste un pantalón chupín negro súper apretado, unas botas negras, y una remera blanca súper escotada que te quedaba perfectamente tallada. Increíble. Te recogiste parte de tu pelo, por los costados con unas evillas, y el pelo planchado perfecto. Estabas increíblemente diosa y perfecta, dispuesta a matar. Sonó el timbre. Miraste la hora, era las siete y media. Bajaste a toda velocidad, intentando no caerte, tenían un taco sumamente exagerado esas botas. ¿Quién más sino? Que la rubia pelilarga, con su novio también que te sonreían tiernamente. Sonreíste y sin más agarraste un tapadito y salieron. Ya los tres en el auto de Zulo hablando, los guiaste hacia la casa de Florencia. Al llegar, viste bajar a Zulo, estaba muy lindo, con un jean oscuro y una camisa blanca, mientras que Nati estaba con el pelo todo planchado y le quedaba espectacular y tenía una remera larga negra y un chupín blanco, seguido de botas negras. Tocamos el timbre y salió Florencia quién te abrazó como nunca. Después saludó a Natalia y a Zulo a los cuales integraron fácilmente. A medida que pasaba la noche llegó Agustín con Franco, quienes eran conocidos de Flor, además llegó una chica a la cual no conocía con un chico morocho alto que me parecía conocerlo, algo que solo sabía era que está MUY bueno. Después llegó Matías sonriente con picada para comer antes de irnos. Entraste casi corriendo a la cocina y te llevaste por delante a ese chico que no conocías.
Paula: Perdóname, no te vi -lo miré a los ojos y quedé deslumbrada con esos ojazos -
- ¿Siempre pidiendo perdón vos? -rió y vos lo miraste sin entender-
Florencia: Ah -rió- ya se conocieron parece. ¿No?
- Parece. ¿Tú amiga?
Florencia: Paula -te golpeó el codo-
Paula: -arisca contestaste, como siempre- ¿Tanto te interesa?
- Malhumorada, histérica, arisca, ¿Sigo?
Paula: Idiota. -lo fulminé con mi mirada-
- Si idiota -rió- ¿Por lo menos te puedo saludar, no? -te besó muy cerca de la boca y te sonrió y paso por la puerta de la cocina-
JÁ, pensaste. Vos, la ultra ganadora, la que les podía a todos, no podías con una mirada, ¿Qué te pasa Paula? ¡Por dios! Te diste media vuelta y te lo quedaste mirando. Se partía, porqué mentir. Y te habia dejado sin reacción, porqué mentir sobre eso también. Te hiciste la enojada y fuiste con tu mejor amiga a abrazarlo ante la atenta mirada del morocho.
Florencia: Pedro, ¿me pasas una latita de cerveza? -rió agarrando lo que el morocho le daba-
Pedro: Florencia borracha. -riendo a carcajadas-
Paula: -lo miré, el insoportable se llamaba Pedro, me devolvió la mirada-
Pedro: ¿Vos? ¿Queres o no Rubia?
Paula: Primero me llamo Paula, no rubia ¿si? Y si quiero. -siempre tan simpática-
Pedro te sirvió sin dejar de mirarte. Vos le esquivabas la mirada, le dabas pero te hacías la difícil, te encantaba hacerte la difícil. Se hicieron las doce y decidieron irse. Se organizaron para irse. Había tres autos y había llegado un chico más, Bruno otro de mis mejores amigos. Asique decidimos ir Natalia, Zulo, Matías, Bruno y yo. Mientras que Pedro me miraba y se subió a su auto con Florencia, Agustín y Franco.
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