Ambos rieron y tu mejor amigo te dijo que se tenía que ir. Te saludo y se fue, vos decidiste juntar todas tus cosas y volver a tu casa. No dabas más, literalmente estabas muerta. Antes decidiste pasar por la cafetería para tomarte un café con medialunas, eras muy amante del café. Te sentaste en una de las mesas de afuera. Pensabas solo en 'salir' querías divertirte, querías fiesta, bailar y todo lo que eso requería, 'HOMBRES'. Necesitabas estar con alguien hace tiempo que no tenias a nadie en mente y si, habías estado con alguno que otro pero, no eran importantes. Tomaste un sorbo de café y viste pasar a un rubio con pelo corto un flequillo que le pasaba por la frente al costado y un traje negro, que por cierto le quedaba demasiado bien. Lo conocías, lo sabías. Estaba hablando por celular y se quedó parado en la esquina, delante tuyo mientras hablaba mirando una carpeta. Te levantaste y lo miraste. Te paraste frente a él y agachándote un poco moviste la mano saludándolo. Paula: ¡Hay Hola! ¿Te acordas de mí?
-Te llamó más tarde ¿si? -cortando el celular y mirándola con una sonrisa cómplice- ¿Acordarme de vos? Como no acordarme de vos Pau. -abrazándote fuerte, y vos obviamente le seguiste el abrazo-
Paula: ¿Como andas tanto tiempo Juanchi? -me mordí el labio, cada vez más lindo estaba, siempre te podía cada vez que lo veías-
Juan: Yo genial, ¿vos? Hace tanto no te veía. Estas, -pestaño seguido- wow, increíble.
Paula: -sonreí y me reí- Yo también, y vos también estas lindo. ¿Que Tomás? -reías al igual que él-
Juan: Todos me preguntan lo mismo -riendo- Hace rato no te veía ¿en qué andas?
Paula: Con la empresa, ya sabes. No salgo nada.
Juan: No ya sé, vivo lo mismo. No salgo nada ahora, en comparación con antes -revoleando los ojos- Extraño esos sábados de mi 'adolescencia'.
Paula: Créeme, no sos el único.
Juan: No ya sé -riendo- Bueno Paulita, nos hablamos estoy apuradísimo, se me hace tarde. Nos vemos. -sin decir más el rubio te saludó besándote muy cerca de la boca y corrió cruzando la calle-
Sabías que te podía. Era el típico rompe corazones y ya habías estado con él más de una vez. Nunca algo serio vos. Sabías que no era tú hombre pero ¿que más da? Querías a todos los que podía conseguir. Todavía a ese que te saque la respiración, no lo habías encontrado, entonces te llenabas y te 'divertías' con los que tenias cerca. Pagaste el café y té subiste al auto decidida a volver a tu casa. El tiempo desmejoró, mucho. Se largó a llover a cántaros. Las calles de Palermo, tu barrio se inundaban en menos de dos segundos. Doblaste demasiado rápido y casi sin mirar el semáforo y si el auto que venía de frente no hubiera frenado, no la contarías. Del auto que estaba frente tuyo, que por cierto habia frenado, bajo un chico morocho enojado con un traje negro. Te bajaste y lo miraste.
-¿No miras? ¿En qué mundo vivís? ¡Casi me bajas todo el capo del auto!
Paula: -abajo del agua, estabas mas enojada por tu ropa de marca que se mojaba que por tu auto- Perdón, no venia mirando. Discúlpame de verdad.
-Todas dicen lo mismo -protestó y se subió al auto, sin decir más desapareció-
Te metiste al auto todavía rezongando. ¿Quién era para tratarte así? Seguramente no habia tenido un buen día o era un maleducado y malhumorado siempre. Saliste para tu casa y por suerte llegaste rápido. Te bañaste, comiste rápido y te acostaste, no deseabas más que eso, dormir. Pusiste la alarma nuevamente y cerraste los ojos. Al fin podías dormir.
Paula: ¡Dios! Ni cinco minutos. -el despertador sonó repetidas veces, no podía ser que ya eran las nueve pero sí, lo eran.
Lo apagaste, te levantaste y caminaste al baño. Te lavaste la cara y los dientes, todavía dormida. Bajaste a la cocina, pusiste a calentar café y subiste a cambiarte. Te vestiste, muy parecida al día anterior, y con el pelo así suelto pero planchado, te quedaba tan bien. Bajaste a desayunar y en cuestión de minutos ya estabas en la oficina otra vez, sentada en tu silla leyendo nuevamente esos papeles que ayer no habías terminado de leer. Al cabo de unos minutos, la rubia ingresaba por la puerta.
Natalia: Buenos días -con una sonrisa que abarcaba casi toda su cara y dejando el diario y una revista sobre tu escritorio-
Paula: Buenos días, muy buenos los tuyos parece. -reí y ella también lo hizo, agarré el diario y leí la tapa- ¿se puede saber porqué?
Natalia: Si no sé, tuve una buena noche. Con Zulo viste -sonriendo-
Paula: -reí mirándola- Entiendo, me parece genial.
Natalia: ¿Vos dormiste bien? -mirándola- ¿algo nuevo para contar?
Comenzaste a contarle sobre lo que habia pasado ayer después de haber salido de la oficina. Que te habías encontrado con Juan, y le explicaste quién era, y además de la locura del chico que se había bajado del auto, mientras hojeabas el diario.
Luego de un rato, comenzó a contarte sobre la cena magnifica que Zulo le habia preparado y así estuvieron la mayor parte del día. Eran las ocho de la noche, tarde para tus horarios habituales, cuando Natalia vino a saludarte. Te habías colgado con los papeles que tenías que firmar, y que por suerte ya habías terminado. Agarraste tu cartera y las llaves de tu auto y saliste rápidamente para tu casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario